Ha terminado el II Festival Hispanoamericano de Escritores. Por segundo año, he hecho las veces de fotógrafo del mismo, y en esta ocasión, había un aliciente más, compartir momentos con el que Anelio Rodríguez presentara en el conversatorio «Fotografía y Literatura» como el «fotógrafo oficial de la República de las Letras», Vasco Szinetar.
Vasco es un fotógrafo cuya serie más conocida se titula «Frente al Espejo», donde se fotografía junto a personajes relevantes de la literatura, la cultura y las artes. Se formó como cineasta en la Escuela Superior de Cine León Schiller en Lidz y la London International Film School, pero su punto de inflexión, ese en el que se dió cuenta que era fotógrafo, fue tras publicar uno de los retratos que se había hecho en los cafés donde se reunía con escritores, en un medio nacional de Venezuela. Para continuar con su serie, e intervenir en el conversatorio, había venido a mi isla.
Las fotos que componen la serie, distan de atraparte en un primer momento, necesitas de una reflexión y tener en cuenta que se trata de un corpus de trabajo, de una obra conceptual que ha desarrollado durante casi cuarenta años, haciendo una exploración sobre la muerte y el deterioro a través del espejo.
Szinetar es una persona con gracia, con sentido del humor, lo que se refleja en su fotografía, y en ocasiones parece disperso, errático. Todo toma sentido cuando te cuenta que está analizando posibles escenarios o por dónde está entrando la luz, a la vez que está pendiente de que no se le escape algún escritor al que lleva «merodeando» durante todo el festival.
Reconoce que como fotógrafo, «uno tiene que matar tigres» (hacer publicidad, reportaje, etc.) pero su obsesión fundamental es la exploración sobre el rostro y el enigma que es el ser humano.
Me resultó curioso que en su intervención en el conversatorio con Manuel Gutiérrez Aragón, comentara que “a los retratados, hay que tenérles carácter, porque le quieren quitar la autoría a uno”, pues dos días antes, justo tuve que sacar mi carácter a la hora de hacerle posar para el retrato que me habían encargado desde el Diario de Avisos, cómo no, a través de un espejo.
Ha sido una semana en la que hemos tenido tiempo de conversar, reír, fotografiar, presentarle al amigo Emilio Barrionuevo y aprovechar sus dos años de experiencia dirigiendo el Centro Nacional de la Fotografía en Venezuela para compartir experiencias y recibir consejos sobre cómo continuar adelante con el Centro de Fotografía Isla Bonita, que desde hace un año dirijo.